Gárgolas insomnes

Julio 24 de 2006

En tiempos de canallas hay que ver mucho cine. Por eso, en estos días, he visto Un mundo maravilloso, de Luis Estrada, El creyente, de Henry Bean, La historia de Marie y Julien, de Jacques Rivette, Romance criminal, de Michele Placido, 1973, de Antonino Isordia, La Sra. Henderson presenta, de Stephen Frears, y Smoking room, de Roger Gual y Julio D. Wallovits, entre otras. Se trata de cintas al menos interesantes en todos los casos, por lo que apena verlas en la Cineteca Nacional (Ver Hijas de su madre, las Buenrostro, de Busi Cortés, en cambio, es una pena donde sea).

Durante la pasada Muestra Internacional de Cine, llegué a la amarga conclusión de que, por su cercanía, la Cineteca está bien para conocer allí todas las películas que se pueda y, cuando alguna valga la pena, hay que verla de nuevo en cualquier otro lugar. Pero, ¿mientras tanto?

Este miércoles vi La historia de Marie y Julien. Intenté verla el martes, pero media hora antes de la función ya no había boletos. La sala tres, en donde se exhibía originalmente, estaba en "remodelación" de última hora; pasaron la película a la sala siete, que es diminuta, y los boletos se agotaron rápidamente, por lo que yo, después de haber organizado mis actividades del día en función de la función, tuve que regresar el miércoles. Y el miércoles, otra vez a última hora, cambiaron la cinta de sala.

Al principio de la película (que dura dos horas y media), los flancos de la pantalla hicieron corto circuito y algunos espectadores comenzaron a chiflar. Entonces la cinta se hizo oscura y muda. Luego volvió a tener sonido, pero siguió siendo oscura, como suele ser el cine en ese lugar. Después, la imagen se hizo más grande que la pantalla y los subtítulos quedaron mitad dentro y mitad fuera, por lo que algunos espectadores volvieron a chiflar. Los flancos de la pantalla hicieron corto de nuevo y todos los trastornos se repitieron, ahora con la proyección de una gran sombra (el cácaro) en la pared derecha de la sala. El final de la cinta fue mudo y, a la salida, el público parecía muy divertido con dos horas y media de fallas. Nadie reclamó ni, mucho menos, exigió la devolución de su dinero... ni siquiera yo.

El domingo anterior vi Romance criminal. Compré mi boleto con quince minutos de anticipación, pero tuve que hacer cola durante media hora para entrar a la sala dos. Cuando me senté, el público todavía no terminaba de entrar, pero la película ya había empezado. Vertiginosa y violenta de por sí, además le faltaban fotogramas.

En la misma sala, durante el ciclo de Pier Paolo Pasolini, a principios de este año, tuvimos que hacer cola durante cuarenta minutos y después tolerar que en la entrada hubiera cinco personas haciéndose bolas con la dificilísima tarea de recoger los boletos, y que, además del retraso en la proyección de la cinta, nos recetaran diez minutos de anuncios comerciales y del gobierno, algo hasta entonces inconcebible.

Nunca, en ningún caso, alguien ofrece disculpas o explicaciones, ni nada por el estilo. Carajo. Si existen seres capaces de crear obras de arte geniales, ¿es mucho pedir que podamos verlas sin problemas?, ¿es mucho esperar que alguien las exhiba sin cometer estupideces?

Aquí las películas se proyectan siempre opacas, tanto como sea posible, mientras uno pueda inteligir lo que sucede; algunas cintas están cortadas y se pierde la correspondencia entre el sonido y la imagen; cambia de amplitud la proyección y los subtítulos quedan fuera de la pantalla... Y el público, al parecer, como si nada. Nadie se queja y, en consecuencia, la cineteca sigue empeorando sin preocupación alguna, como si los responsables de toda esta basura supieran que público nunca falta. Quizás lo que falta es una forma de canalizar las quejas. Quizás lo que falta es el incendio de una sala llena de gente para que alguien se queje.

El año pasado, por ejemplo, en el estreno de Rosario Tijeras, que es una pendejada de película, se presentaron el director y la actriz principal, que son un par de pendejos, así como un grupito de yuppies igual de amanerados, para platicar con el público o, más bien, para escuchar sus loas de idiotas impresionables. Todos los que tomaron el micrófono estaban seducidos por el vacío argumental, la imitación del estilo gringo y las tetas de silicón. Ahora está de nuevo en cartelera la pendejada esa, junto con Los productores y Una película de huevos, lo cual no me sorprende, pues el año pasado concluyó con Cero y van cuatro, o como se llame aquel bodrio infame con actores de televisa, dinero de televisa y valores de televisa, algo explicable en el multicinema de Coyoacán, con el que parece competir la Cineteca. Lo que no entiendo es por qué no exhibieron también Los cuatro fantásticos y La niñera a prueba de balas.

Nunca faltará público en la Cineteca Nacional, sobre todo el que deja prendido su celular y lo contesta con singular chiorchia, comenta en voz alta su estúpida impertinencia, se ríe a carcajadas hasta del descuartizamiento de niños, salta sobre su asiento, patea el de enfrente y señala con la mano la pantalla. Ese es el tipo de público que busca la Cineteca Nacional, para que no se queje, para que no critique, para que se trague lo que le den y esté contento y regrese. Pero en el baño principal hay una cámara para que no se robe las llaves del agua, que son seis y solo sirve una. Y en el resto de los baños hay llaves automáticas, para que nadie las deje abiertas, llaves que tiran el agua mejor cuando uno termina de lavarse, y la sigue tirando cuando uno se seca, y la deja de tirar cuando uno sale huyendo del penetrante olor a orines. Las taquillas también se "modernizaron". Ahora tienen micrófonos y bocinas en ambos lados del vidrio. Y el piso de la plazoleta es más "moderno" que el di antis, que tenía nombres escritos de gente que en su casa la conocen. Subieron los precios, tanto en la taquilla como en la cafetería, y la librería sigue siendo la más cara de la ciudad. Todo está bien chiro aquí, me cae. Cada vez se parece más al Manacar.

[] Iván Rincón 5:57 AM

Julio 11 de 2006

Cuando Raúl Trejo Delarbre dijo en un programa de Radio Educación que no había fraude electoral y que, por el contrario, el IFE era total transparencia y que la actuación de Luis Carlos Ugalde era "impecable" y que lo felicitaba, todo en un tono de suficiencia nauseabundo, recordé una curiosa coincidencia. En los años setenta, Raúl Trejo y 48 personas más tenían un membrete conocido por sus siglas como MAP (Movimiento de Acción Popular), por el cual eran llamados mapaches, como se les decía también a los ladrones de votos, a los operadores de los fraudes y las farsas electorales en tiempos del PRI; tiempos que dejaron de serlo con la "ciudadanización" del IFE, cuando el consejo general de ese instituto era presidido por José Woldenberg, que también formó parte del antiguo MAP o "la mapachada", como la denominó Imanol Ordorica.

En 1992 le pedí su firma a Daniel Cazés, entre otros, para protestar por la desaparición de Radio RIN, y Cazés me propuso que protestáramos también por haberle dado el Canal 22 a "los jóvenes del MAP", lo cual me hizo reír mucho, pero nunca imaginé que lo escribiría 14 años después. Radio RIN pasó al olvido y el Canal 22 ha cedido lentamente a la expansión de Televisa, en donde se mueve a sus anchas otro mapache, que es Rolando Cordera.

Si algo ha caracterizado a "los jóvenes del MAP", desde su identificación con la causa de la traición al movimiento estudiantil de 1968, es la facilidad con que se mimetizan entre la intelectualidad de "izquierda" y forman parte del poder (gobierno y medios de comunicación). Quizás Trejo Delarbre vislumbra la posibilidad de presidir el consejo general del IFE, ahora que la ignominia está de moda y los algoritmos pretenden ser menos burdos que la Operación Tamal y el Ratón Loco, al cabo en este país todos estamos ciegos o somos retrasados mentales.

La negra historia del MAP tiene casi mi edad, si nos remontamos a sus antecedentes, pero todavía no falta quien considere a Raúl Trejo como la máxima autoridad en México para hablar de medios de comunicación, por lo menos en Radio Educación, sobre todo en Radio Educación. Fuera de allí, sabemos que los doctorados y los libros publicados y los premios nacionales, no hacen menos estúpidos a los imbéciles ni menos tibios a los cobardes ni menos deshonestos a los criminales. Si realmente algo cambiara en este país, el IFE desaparecería y Ugalde terminaría en la cárcel... Y Trejo Delarbre seguiría presentándose en Radio Educación, como si nada.

[] Iván Rincón 11:51 PM

Julio 5 de 2006

Vaya que me hicieron pasar un mal rato con su intentona golpista esos hijos de la chingada. Por un momento pensé que estaba consumado el fraude cibernético y mediático, que habíamos retrocedido a 1988 y tendríamos que salir a las calles una y otra vez, incluso los que no votamos, para expresar nuestro ¡repudio total al fraude electoral!, como hace 18 años. Supuse que, a pesar de las multitudinarias protestas, padeceríamos seis años más de la pesadilla iniciada con el "gobierno del cambio" y que el arribo de Fox y sus amigos al Poder Ejecutivo en 2000 había sido una alternancia de dictaduras. Por un momento pensé que la clave azul o el algoritmo Hildebrando en el Instituto del Fraude Electoral (IFE), gracias a la complicidad mediática, era la modernización o sofisticación tecnológica de una tradición característica del viejo régimen, a saber, la de realizar cada sexenio una farsa electoral, un simulacro ciudadano, para "legitimar" una decisión de Estado. Por fortuna, me equivoqué. Personalmente, durante 75 horas, viví un momento de gran tensión y hasta me enfermé del estómago. Pero ya pasó. ¡Piuf! Hay que seguir escribiendo sobre Serrat.

-Es que "nuestra democracia" está en pañales.

-Claro, claro, y por eso huele a mierda.

[] Iván Rincón 11:01 PM

Julio 2 de 2006

«Mô» es la principal canción del nuevo disco de Joan Manuel Serrat, la que lo abre y titula, además de ser la más larga -dura 6'36 minutos-, pero no menos bella es la segunda pieza, «El teu àngel de la guarda» (Tu ángel de la guarda), que el cantautor dedica a Candela, su hija menor, en un tono vitalista, vigoroso, como el de «Fa vint anys que tinc vint anys» (Hace veinte años que tengo veinte años). Al parecer, el catalán se presta más que el español para la síncopa. Disposición es lo que, ebrio de amor a su hija, el cantautor le ofrece para que llegue a buen puerto, "no sea que la mar le dé miedo a tu ángel de la guarda".

«Mala mar», más adelante, es un poema de Joan Margarit dedicado a Serrat en el libro Els motius del llop (Los motivos del lobo), cuya primera edición data de 1993. Su nombre original es «Somriure» (Sonrisa) y se refiere a la puta del puerto con símbolos marineros. El músico mediterráneo lo devuelve cantado. Síncopa, una vez más. "La puta sale maquillada de luna, una sonrisa a la resaca de la vieja mar", dice. Estrenada en julio del año pasado en el Teatre Grec de Barcelona, «Mala mar» es la primera pieza compuesta para este disco y su letra es la única en la que Serrat no interviene.

Por otra parte, inspirada en el libro Son de mar, de Manuel Vincent, «El mal de la tarongina» (El mal del azahar) alude a los efectos de la primavera como el caos provocado por la flor del naranjo, el azahar; todo puede ocurrir en el mundo a causa de su olor, y todo es calamidad.

«Perdut en la ciutat» (Perdido en la ciudad) habla de la soledad en una ciudad porteña. «Plou al cor» (Llueve en el corazón) es como «Aquellas pequeñas cosas» de hace 35 años... que no por ser pequeñas dejan de ser hermosas; un resumen de melancolía en 2'48 minutos. «Ja tens l'amor» (Ya tienes el amor), otra balada breve, tiene el mismo aire de intimidad. «Cremant núvols» (Quemando nubes) es un maridaje entre música y poesía, al calor del sol y el deseo bajo las sábanas. Y «Fugir de tu» (Huir de ti) parece un canto alegre al desdoblamiento de la personalidad, que Serrat había abordado en «Tarrés».

«Si hagués nascut dona» (Si hubiera nacido mujer), plantea la hipótesis con imaginación amarga, como una condena de por vida gris a la mediocridad, la frustración, el dolor y la soledad, a ser esclava de costumbres y tradiciones patriarcales, y la rebeldía como última posibilidad, apenas insinuada, todo a ritmo de jazz. "Las etapas de su vida, conjugadas en femenino. Travestismo figurado para denunciar la discriminación" [1]. Por su pesimismo, esta canción es la antítesis de «Si fossi una donna» (Si yo fuera mujer), de Andrea Mingardi, que Patxi Andion canta en castellano.

«Res al ras» (Nada al raso), por último, es un juego cacofónico de palabras, "laborioso y divertido", con versos de tres sílabas, a manera de colofón, que no dice nada ni todo ni algo.

Aunque el cantautor barcelonés no pretendió que hubiera unidad alguna en este disco, la mayoría de las piezas que lo componen se refieren, así sea de paso, al mar. Y, aunque también hay grandes contrastes, el piano tiene preeminencia en los arreglos musicales.

Serrat Mô -álbum que, además de las doce piezas del disco, incluye un documental en DVD, realizado por TV-3 y dirigido por Joan Minguell, con la versión acústica de nueve canciones y comentarios del autor, así como un folleto con las letras en catalán y español- salió a la venta el 18 de abril y fue presentado en vivo por primera vez en el Teatre Principal de Maó con dos conciertos los días 27 y 28 de abril. A estos conciertos siguieron unas 40 presentaciones hasta el 30 de junio en 17 ciudades de habla catalana, tanto de Baleares como de Cataluña y Valencia, con una escala en Madrid. Antes de que iniciara la gira de presentación, el álbum había alcanzado el primer lugar en ventas dentro del Estado Español, proeza que Serrat no lograba desde hacía una década, con D’un temps d’un país.

Acompañaron al noi del Poble Sec en el disco y la gira de presentación, Ricard Miralles (piano, dirección musical y arreglos), Josep Mas Kitflus (teclados y arreglos), Víctor Merlo (contrabajo), David Palau (guitarras) y Roger Blavia (percusiones). Con una colaboración especial de Pere Bardagí (violín) para «Capgròs».

(Continuará...)

[] Iván Rincón 11:55 PM

Junio 30 de 2006

«Mô», la canción que abre y titula el nuevo disco de Joan Manuel Serrat, es un homenaje a Maó, capital de Menorca, en el archipiélago de Baleares, España. Se trata de una declaración de amor al paradisíaco enclave del Mediterráneo que, desde 1982, forma parte de la vida del cantautor y, durante 24 años, ha influido en su obra.

«Mô», la palabra, la sílaba, es una trascripción de la forma en que los pobladores de la isla, especialmente los viejos pescadores, pronuncian en su catalán -un idioma fonético- el nombre de esta ciudad, también llamada Mahón, debido al general cartaginés Magone. Si la dice uno rápido, la palabra significa «amor».

En 1982, la esposa de Serrat, Candela, padecía de hepatitis y los médicos le recomendaron descanso, así que alquilaron una casa en Ciutadella de Menorca. El noi del Poble Sec había visitado la isla para participar en varios conciertos, pero ese año llegó cargando un enorme televisor para ver el mundial de fútbol, y se cruzó con alguien que llevaba una oveja inmensa, elegantemente adornada con lazos, y se cruzó con caballos bastante arreglados, y supo que la población celebraba sus Festes de Sant Joan. "Fue una entrada muy fuerte, inesperada", cuenta el propio Serrat. Y fue entonces "cuando vi lo que me ofrecía [el lugar], cuando pude valorar su grandeza».

Joan Manuel y Candela alquilaron de nuevo una casa de campo, ahora en Sant Ignasi, donde pasarían sus primeros años menorquíes, con algunas temporadas en Mercadal, por el centro de la isla, hasta que en 1987 -"el año en que nació mi hija Candela", recuerda el cantautor- se trasladaron al otro lado de Maó, a S'altre banda, como llaman los lugareños a la zona, en donde Serrat y su familia tienen ahora una casita propia.

Menorca fue un refugio reparador de la enfermedad, como antes lo había sido de su esposa, también para Serrat, que se repuso de la intervención quirúrgica por un cáncer en la vejiga hace dos años, descansando en la casita de Maó.

«Mô», la principal canción de su nuevo disco, es una balada y un poema que, traducido al castellano, pierde la mayoría de sus rimas, pero no la cadencia ni la belleza impresionista de sus metáforas. El piano de Ricard Miralles arropa con suavidad esta pulida pieza que habla del puerto y la ciudad, de marineros y sirenas, barcos y vientos, caminos y calles. El sabor mediterráneo impregna la obra poética y musical de Serrat, y «Mô» no es la excepción. Al ritmo del vaivén de las olas en la playa, frente a la mar en calma, la vena lírica del compositor barcelonés describe sutilmente las estaciones en el paisaje menorquín.

(Continuará...)

[] Iván Rincón 10:07 PM

Junio 26 de 2006

Desde Material sensible (1989) hasta Serrat Mô (2006), Joan Manuel Serrat no había grabado un disco de canciones propias en su lengua materna, aunque dio un paso intermedio en 1996, con Banda sonora d´un temps d´un país 1962-1975, álbum doble con 34 piezas representativas de la nova cançó catalana.

La historia continúa, 17 años después. Material sensible contiene una canción llamada «Malson per entregues» (Pesadilla por entregas) -en la que interviene brevemente Ana Belén- y Serrat Mô incluye una pieza titulada «Capgròs» (Cabezón), cuyo subtítulo es «Pesadilla por entregas (2ª parte). A la memoria de mi amigo Josep Maria Bardagí», coautor de la letra en la primera parte. La segunda comienza con el final de la primera, que son unos coros cantados por dos niños, Jofre, el hijo de Bardagí, y Maria, la hija mayor de Serrat, hoy veinteañeros. Los coros cantan "continuará" en Material sensible -"profética ocurrencia", dice ahora Serrat- y "continuación" en Serrat Mô.

El argumento de la canción anterior está basado en un cuento surrealista del propio Bardagí, sobre las recurrentes pesadillas de un personaje que, al despertar, las vive realmente. En resumen, la segunda parte cuenta que Serrat y Bardagí huyeron en un bote con la mujer del personaje y éste amagó a Serrat con un cuchillo en el cuello 17 años después y, para cambiar el final del cuento, se alojó en su casa, donde ahora es un fantasma que atraviesa las paredes y lo espanta. "Si él ha podido volver -le canta Serrat a Bardagí-, ¿por qué no tú?"

La letra es bastante sórdida, pero también muy emotiva. Aun así, para «Capgròs» se aplica eso de que nunca una segunda parte será mejor que la primera, ni tan buena. La música tiene melodía de balada y un melancólico arreglo interpretado por Ricard Miralles al piano, como siempre, y Pere Bardagí en colaboración especial, con un duelo de violín que llora la muerte de su hermano.

Josep Maria Bardagí acompañó a Serrat como guitarrista durante décadas. En Material sensible fue el director artístico y arreglista, como antes lo había sido en Res no es mesquí (1977), además de tocar varios instrumentos -hasta cuatro en una misma canción- y programar las máquinas.

Para la presentación de Material sensible en 1989, Fabià Puigserver diseñó una escenografía presidida por una pantalla blanca en forma de pájaro minimalista, sobre la cual se proyectaron imágenes como historieta que ayudaban a entender el esquizofrénico argumento de «Malson per entregues».

Al presentar Serrat Mô en una gira local que inició el 27 de abril y concluirá el 30 de junio, Serrat interpretó de nuevo esa canción con las imágenes de aquel entonces y la enlazó con «Capgròs», su añoranza fúnebre del amigo muerto por un paro cardíaco en febrero de 2001 a los cincuenta años.

(Continuará...)

[] Iván Rincón 7:56 PM

Junio 19 de 2006

Aunque Hilda Saray estaba al micrófono, tuve que apagar el radio para concentrarme en un tedioso asunto de índole jurídica y, al verme libre de nuevo, escribí un mensaje para la mejor locutora de Radio Educación, a propósito, entre otras cosas, del blog que abrió por fin. Mientras le escribía, ella hacía un comentario al aire con respecto al autor, como introducción a la lectura de un texto publicado aquí, pero yo no lo sabía porque el radio continuaba apagado. Cuando terminé de escribir el mensaje prendí el aparato y alcancé a escuchar el último párrafo de mi texto en voz de la encantadora de serpientes. Ni hablar. Quiero agradecer públicamente el comentario (cualquiera que haya sido, porque la honestidad inspira confianza) y la bella lectura. Gracias. Y bienvenida Hilda Saray a la blogósfera. Alteridades, se llama su blog, que ya crecerá en todos los sentidos, como suele ocurrir con la mayoría de los niños.

[] Iván Rincón 2:24 AM

Aprovecho para agradecer también a La Voladora Radio por la distinción. "Palabras de alto nivel adrenalítico", refiere la radio libre de Amecameca en su sitio web a este blog, y lo hace además en una sección de enlaces con "los sitios más inteligentes de la red". Carajo. ¿Quién hubiera pensado que un estúpido blog fuera objeto de semejantes referencias? Ahora entiendo por qué se llama La Voladora esa estación de radio comunitaria.

[] Iván Rincón 2:47 AM

Junio 17 de 2006

Las brujas hacían desnudas su aquelarre a la luz de la luna en el antiguo cementerio de los monjes ciegos, y Darvulia las miraba desde la oscuridad, entre los árboles del bosque, excitada por ese misterioso rito y, sobre todo, por la voluptuosidad de su danza macabra. "Aradia", gemía una muchacha que, en los próximos minutos, cumpliría quince años de edad, mientras las brujas sacrificaban a un hombre que lloraba y gritaba en el más sanguinario de los espectáculos.

Era una noche cálida y el paso de las nubes hacía variar la intensidad del plenilunio y su efecto narcótico. "Aradia", gemía una y otra vez la muchacha con la vista puesta en el cielo para no ver la sangre que muchas manos suaves embadurnaban en su cuerpo. Un coro de voces acompañaban lascivas el bacanal cuando los gritos del hombre perdían fuerza y se reducían al llanto.

Al amparo de las sombras, Darvulia compartía el placer dionisiaco de las brujas y, acariciando el filo de una daga, ejercitaba sádicamente su poder telepático. "No mueras todavía", ordenaba, "sigue sufriendo". Cuando la sangre dejó de manar por las heridas, el hombre seguía respirando, sus ojos estaban en blanco y su queja se confundía con el silvido del viento, el rumor de las hojas muertas y el eco de las tumbas vacías.

Entonces el espejo de cuerpo entero que adherí a la pared del cuarto hace cuatro meses cayó al piso y quedó hecho pedazos. El estrépito me despertó alterado y el grito de una vecina terminó de volverme y devolverme a la realidad. "Puta madre", dije, y volví a dormirme. No recuerdo qué soñé después, pero nada tenía que ver con brujas ni aquelarres.

[] Iván Rincón 11:21 PM

Junio 14 de 2006

También el texto que escribió para Tierra Adentro en "días de radio" se refiere al líquido amniótico, recordé contemplando algunos cuadros y dibujos de Emilio Ebergenyi, cuando una racha de viento atravesó el pasillo de Radio Educación. Estremecido, recordé entonces la broma que hizo Hilda Saray al dar la primicia de esta exposición. "Va venir a jalarnos las patas el Emilio". Y la voz inconfundible del locutor venido a pintor sonó en mi oído. "Eras mejor dibujante que escritor". Observé discretamente a la gente que, indiferente al fantasma del artista, admiraba esta muestra de su obra. "¿Por qué lo dejaste?" Luego de mirar hacia todos lados, entendí que esa voz no sonaba en mi oído, sino en mi imaginación. "Que hayas dejado el periodismo y el activismo político es comprensible, pero el dibujo, tu vocación... ¿por qué?" No supe qué responder y la pregunta se quedó en el aire, como hálito de reencuentro imaginario, ligero como el viento, flotando en el pasillo. Así que recordé otra broma de Hilda Saray. En la despedida de Emilio, cuando llegó el momento de partir con sus cenizas rumbo al mar, ella las levantó dentro de su caja y dijo: "Nunca pensé que yo pudiera cargar a Emilio, ¡y con una mano!"

Emilio Ebergenyi era locutor, actor, escritor, artista plástico... y estaba enamorado de Hilda Saray, cuyo sentido del humor es igual de simple, como si la frescura de la brisa y su ligereza, la espontaneidad de la risa y su naturalidad, la alegría del chispazo y su jovialidad, fueran identitarios y, al sumarse, resultaran una multiplicación. Contemplarse en un espejo, es el nombre de la exposición. Quizás por eso uno dialoga con el autor al conocer su obra y, en la medida que puede identificarse con ella, escucha una voz que no espera respuesta.

Omnífagos, llama Emilio a los "caracoles lentos" en el texto que presenta esta muestra del trabajo realizado en 2005, su último año de vida, con el pincel generalmente, prólogo que se refiere también al líquido amniótico. Yo pienso más bien en cocodrilos con dicha palabra, y recuerdo la grotesca imagen de una bestia de esas engullendo un beliz lleno de diversidad orgánica... aunque, en sentido metafórico, también la sensibilidad humana es omnífaga, claro.

Nunca me había preguntado por qué dejé el dibujo. Supongo que la inconformidad de algunos con lo que somos al perder contacto con el líquido amniótico nos lleva a mutilar nuestra personalidad. Unos se escamotean la nariz con cirugía plástica; otros renunciamos a la vocación heredada. En fin. Quizás algún día vuelva a dibujar. Por lo pronto, iré realmente a contemplar el espejo que Radio Educación expone a la vista y el delirio de cualquiera.

[] Iván Rincón 11:55 PM

PD. El texto dedicado a Hilda Saray más abajo ha sufrido cambios que hacen de mis efusiones algo presentable. También el que alude a dos periodistas sin nombre y un filósofo fue modificado. Verán ustedes que, una vez peinados y acicalados (corregidos y aumentados), ambos textos siguen siendo una mamada... faltaba más.

[] Iván Rincón 17/06/06

Junio 9 de 2006

El personaje tocaba el piano sabiéndose "tocado" (el personaje, no el piano) por la espontánea inspiración de quien se sabe, además, mirado y admirado por una muchacha intensa con la mitad de su edad y más bella de lo que se merece (él, no la muchacha), y esperado por la enésima botella de vino de las últimas diez noches en una mesa con mucho queso y pan. La lluvia era, para protagomismo de ambos, así como del piano y su efecto, del fuego en el hogar y el olor a antigüedad recién comprada, romanticismo de literatura rancia, imprescindible (la lluvia, no la lituraruta rancia). Y la muchacha se cubría con una cobija hecha con retazos de cadáver peludo, mientras un perro inmenso la observaba con inteligente cuidado, y una bruja fuera de contexto caminaba sobre las tejas inconscientemente pardas y eternamente frágiles.

Los chopos se deshojaban, porque no caía nieve, sino lluvia... y soledad, mucha soledad, tanta que un venado murió a la puerta de la cabaña y, segundos, quizás minutos antes del último suspiro, escuhó las notas del piano, sintió el fuego del hogar, olió el íntimo conjunto... y murió feliz.

Llueve, decía el personaje entre el calculado silencio de las teclas, pero lo hace afuera, detrás de las ventanas y las cortinas, gruesas y viejas, invadidas por polillas, y nosotros aquí somos otros. Y seguía tocando, como si la otredad fuera sinónimo de egoísmo musical, mientras la muchacha lo escuchaba y acariciaba sus pezones (los de ella, no los de él) debajo de la cobija, envidiada por el perro (la cobija, no la muchacha).

[] Iván Rincón 11:24 PM

Junio 6 de 2006

A veces quisiera ser filósofo y escribir choros soporíferos en vez de mis desencuentros con la realidad y aterrizajes forzosos. Me gustaría aglutinar las palabras para no decir nada, pero "la debilidad es fuerte", decía el párroco borracho de San Jacinto, y tenía razón. La nostalgia se hace rencor cuando el recuerdo de una alianza profesional y relación personal con un colega y compañero de correrías interminables es complementado con la noticia tardía de que ahora es un tirano y hay gente que lo acusa inclusive de ser más bien un gangster. No lo mencionaré por su nombre, porque este no es lugar para denunciarlo, pero... hace unos días recordaba yo a otro periodista innombrable, cuya voz está todavía en los sitios web de La Jornada y El Universal, tranzando con el llamado Rey de la mezclilla. Por un momento, pensé en una broma para hacerla circular por correo electrónico en el sentido de que el nauseabundo personaje que llamó "góber precioso" a su cómplice poblano padecía de tal desprestigio que había contratado al periodista en cuestión para que se encargara de su imagen pública a partir de ahora. "No hagas eso", me recomendó alguien más sensato que yo. "No te metas con esos tipos que, además de quemarse solos, son peligrosos. Bastantes broncas tienes ya con Telmex, Avantel, Bancomer y Macintosh, como para aventarte un tiro con esas pinches mafias. Tu salud ya no está para eso. No te claves, cabrón, ya no eres el de antes".

Pero ahora que veo la forma en que otros se corrompen, me dan ganas de ser más bien filósofo para vivir en las nubes y escribir muchos libros que sirvan como remedio para el insomnio y ganar algunos premios nacionales y, con el dinero y las loas por los laureles, emborracharme con mis alumnas y dormir con ellas, y jamás enterarme de las triquiñuelas y los negocios vomitables de antiguos colegas, ni del trato que tienen con capos de todo tipo y basura de la peor especie. Quizás cuando me sepa hundido en el más rotundo fracaso, perdido en la más absoluta miseria, propine un coletazo de antología, de los que hacen historia. Por lo pronto, voy a seguir intentando recuperar la salud, y pensar en la ética estética, poética y patética, así como en la hermenéutica, "el reencuentro del espíritu con su alteridad", las aporías solipsistas y demás por el estilo. Es más, voy a garabatear algunos fárragos pedantescos para revistas que se vendan en Sanborns, y quizás vuelva a juntarme con la yuppiza de Filosofía y Letras. Por lo menos allí hay piernas femeninas, carajo, hermosas y mordisqueables piernas, que además bailan bien.

[] Iván Rincón 12:59 AM

Junio 3 de 2006

El año pasado, confesé aquí que trataba de convencer a Hilda Saray de que abriera un blog, y después creí que había cometido una falta de tacto (como tantas que cometo cada vez que le escribo en privado), pero ahora entiendo que eso era precisamente lo que tenía qué hacer: insistir, insistir y seguir insistiendo. Lo único decepcionante que podría tener un blog de Hilda Saray sería su ausencia, su inexistencia... Carajo. Si Noam Chomsky y el Subcomandante Marcos abrieron sus respectivos blogs, ¿por qué no habría de hacerlo Hilda Saray, la mujer más idealizable de la radio en México? ¿Por falta de tiempo? ¡No! Ese pretexto no es válido. Hace unas horas, yo todavía consideraba posible que mi insistencia fuera la causa de que la prestigiada locutora tardara tanto en hacer lo que dijo que probablemente haría: abrir un blog. Pero ahora resulta que, por el contrario, lo que falta es un "ligero empujoncito".

Estoy por cumplir 25 días encerrado en un departamento de ocho metros cuadrados por una enfermedad indescriptible, salvo en términos literarios, médicos no. Se llama abulia y consiste en que dejas de comer y dormir hasta un mes; ataca primero con debilidad física y después con una depresión que nadie puede imaginar. Me había quedado sin música, para colmo, desde que hice pedazos mi aparato de sonido en un arranque de ira. Pero ya cuento con la compañía de otro aparato y -desde que me lo trajo una amiga que nunca mencionaré por su nombre en este blog, a petición suya- busqué Radio Educación desesperadamente, y en la búsqueda encontré basura, voces de locutores que se dicen locutores, pero son más bien imitadores de sí mismos... hasta que hallé finalmente la estación de mis afectos y corajes sin límites, y escuhé la voz de Hilda Saray. ¡Qué coincidencia tan feliz y afortunada y vital! ¡Qué rotundo contraste!

En 1998 pasé por una situación parecida a la que vivo hoy, y la joven locutora (menos joven que ahora, valga la aparente contradicción) me acompañaba sin saberlo, por lo que un día planeé un mensaje para enviárselo por teléfono: "Solo quería darte las gracias por... todo, todo, todo". Pero mi otro yo detuvo el impulso y le impidió romper el encanto de una lejana relación que duraría -¿quién iba a pensarlo?- ocho años más.

Hoy, sábado 3 de junio de 2006, cuando yo quisiera tener un ápice de fuerza y estar en Oaxaca para que el propio Iván Rincón se enterara de quién es Iván Rincón, la señora profesionalismo y amabilidad, la voz sensualidad, motivo de envidias que ni ella conoce, estará hasta las diez de la noche en Radio Educación, haciendo, sin saberlo, más llevadera y hasta disfrutable mi porquería de vida... mientras yo repito en público lo que escribo en privado para convencerla de que -además de cumplir con doble turno de locusión, siempre, siempre, siempre- abra su blog, pronto, pronto, rápido, ya, uno que tenga su foto y su tag y que se llame...

-Chale, Iván, ¡me van a alucinar! -dice ella.

-Pues yo ya te alucino... pero chido -le constesto- y quiero más, mucho más de tu presencia, hasta ahora hertziana. Así que abre un blog y deja de hacerle al cuento, y si le haces al cuento, publícalo. ¿Sale? Va.

[] Iván Rincón 7:57 PM